Ambientación

La mayor parte del Imperio debe su desarrollo a la presencia de los Colegios Imperiales de Imbolc.

Dado que nadie podía preveer la ruptura del Imperio, la tecnología nunca ha sido algo que se mantuviese 'oculto' entre las provincias. Aunque Sidhe es la que más se ha beneficiado siempre de los avances, estos han estado disponibles para todo el territorio Imperial, por lo que no hay grandes distinciones tecnológicas entre los países resultantes de la Caída. El uso que hayan decidido hacer de ellos es meramente ideológico.

El avance más importante de los últimos años en los Colegios Imperiales ha sido la pólvora. A pesar de que aún no se ha popularizado ni se han inventado armas que hagan un uso extensivo de ellas, sí que existen cosas como los mosquetes y los explosivos, lo cual ha provocado un gran avance para quienes se dedican a la minería.

En términos de juego: contemplamos que los personajes puedan tener objetos como pistolas de pedernal o puedan fabricar bombas. En ningún caso permitiremos cosas como revólveres, ametralladoras o explosivos plásticos. Estamos abiertos a sugerencias sobre otros tipos de tecnología y desarrollo, pero no vamos a permitir personajes, del mismo modo, con vehículos autónomos (motocicletas, etc) ni otros elementos "futuristas".

Desde los orígenes del Imperio, la magia está prohibida y mayormente proscrita en la mayor parte del territorio Imperial.

Con la Caída de Samhain, los magos tienen motivos de sobra para desear no estar demasiado lejos del viejo Imperio. Los Diamantes Negros son una tentación grande que atrae a muchos practicantes para que se revelen y ofrezcan cuantiosas recompensas por las gemas, al tiempo que, cuando los magos son a su vez descubiertos, se suelen ofrecer cuantiosas sumas por ellos. Adicionalmente, existe una especie de gremio no oficial de cazadores de magos. Cuando un mago es descubierto, una buena cantidad de gente se ofrecerá para matarlo, y dependiendo de cómo sea este descubrimiento, puede encontrar que la milicia local del lugar en el que reside se vuelve contra él. Si tiene poca suerte, dará con sus huesos en la Prisión de los Desviados, en el archipiélago de Telestra.

Los magos pueden vivir en cualquier parte del viejo Imperio, siempre y cuando sean discretos y no realicen demostraciones públicas de su poder. Son más aceptados en Shadraath, donde con suficiente dinero pueden comprar bastante anonimato, y cerca de Samhain, donde aunque se les vea con recelo, ni los mercenarios que se adentran en la ciudad en busca de premios ni los soldados que tratan de mantener a los monstruos dentro de las ruinas de la ciudad van a darle la espalda a la ayuda mágica.

En términos de juego: Un mago no debería mostrarse públicamente como tal, y los magos son rápidamente objeto de recompensas o se convierten en el objetivo de cazadores. Es una existencia complicada, lo que creemos que se compensa en cierto modo las muchas ventajas que un mago obtiene por su condición y no convierte a un hechicero en "alguien que puede hacer todo lo que se le antoje".

Según un antiguo documento, escrito, al parecer, por un reconocido maestro de la magia élfico, hace muchos, muchos años, existe una gran cantidad de formas en las que los mortales pueden relacionarse con la Magia. Este tipo de documentos son custodiados celosamente por los Colegios Imperiales que se atreven a tenerlos. Pueden provocar grandes problemas a los dirigentes de las instituciones si son descubiertos.

Lo importante de la magia, según estos documentos, no es cómo se le da forma al poder, sino de dónde se obtiene poder al que darle forma. Con independencia de los conjuros que se utilicen después, de acuerdo con esta idea, el maestro élfico propone la siguiente distinción de tipos de magia según el origen de las energías a las que se dan forma.

[En términos de juego: Esto solo es orientativo. No necesitas que tu mago sea de una de estas escuelas, o puedes crear la tuya propia, si te apetece. Nos interesa ilustrar que los magos no deberían tener acceso a un suministro ilimitado de "energía", "maná" o como quieras llamarlo, y nos gustaría, si te haces un mago, que nos dijeses de donde obtiene sus energías. Si decides usar estos patrones, recuerda que no tienen por qué ser exclusivos. Adicionalmente, la idea no es que estos patrones determinen qué puede hacer un mago, sino, como decimos, de dónde saca la "esencia" para hacerlo. Las ideas que sugerimos son las siguientes: ]

Aprendida. Los magos "que aprenden" el oficio necesitan una fuente externa de la que obtener su poder, dado que no pueden generarlo por sí mismos. Pueden crear todo tipo de efectos mágicos, objetos en los que almacenar Esencia y, en general, todo lo que se presupone que un mago puede hacer, pero la forma que elijan de acceder a dicha Esencia a menudo les dará acceso a capacidades especiales. Estas fuentes son:

Equilibrio: Mediante la 'limpieza' de aquellas energías que no son de origen natural se obtiene una suerte de energía. En el proceso, se elimina el sufrimiento de los seres vivos, se sanan sus heridas y se expulsa a criaturas no naturales, mediante lo cual se devuelve un cierto equilibrio al mundo. La magia que se obtiene por estos medios es antinatural y potente, y si no se tiene una fuerte disciplina puede acabar alterando profundamente el equilibrio que se buscaba salvaguardar.

Espíritus: A través de pactos y conjuros que tienen que ver con los espíritus que vagan entre los mundos, el hechicero Chamánico obtiene de manera voluntaria la energía asociada a ellos. De esta forma, el mago proyecta al mundo la energía prestada por dichos espíritus, con la que da forma a su poder, al mismo tiempo que trata de cumplir la voluntad de las almas perdidas en el proceso.

Nigromancia: Si el mago que emplea la magia de los espíritus obtiene de manera voluntaria la colaboración de estos, el hechicero Nigromante somete a los espíritus a su voluntad para obligarles a desempeñar tareas, o los sacrifica para obtener efectos. De esta manera pueden encantarse objetos para que tengan una suerte de vida propia, animar cadáveres o crear abominaciones con 'voluntad'.

Alquimia: El mundo no tiene muy claro si la Alquimia es una forma de magia o no, y por ello un hechicero Alquimista tiene la gran ventaja de ser más aceptado que los demás. Un mago de esta clase reconoce los componentes más esenciales de los que está formada la materia, y emplea fórmulas para mezclarlos, transmutarlos o alterarlos. Suelen ser, también, maestros de la medicina, y comprenden el funcionamiento de sus sustancias a través del cuerpo de las criaturas vivientes. A pesar de lo que se piensa, un Alquimista no es menos peligroso que cualquier otro tipo de hechicero.

Metamagia: ¿Por qué buscar la magia en lugares recónditos, si la energía que produce otro mago puede alimentar la mía? Siguiendo este principio, los Metamagos se alimentan de las energías de otros practicantes de la magia, alterando sus hechizos y patrones y convirtiéndolos en sus propios juguetes. Debido a que un Metamago requiere de esta "vampirización" de poder, otros hechiceros pueden ser extremadamente reacios a colaborar con el, o perseguirlo activamente para destruirlo.

Líneas Ley: Se dice que estas líneas forman parte de la estructura metamágica del Universo, y allá por donde pasan, irradian parte de su poder formando Nodos. El poder de estos Nodos es brutal, pero difícil de controlar. Un mago que obtiene su energía de las Líneas Ley suele establecer un refugio cerca de lugares donde sabe que estos Nodos existen, y se ve debilitado si se le saca de su territorio. A menudo tiene pocas oportunidades de practicar su magia, ya que la que proviene de esta naturaleza es terriblemente volátil y resulta dificilísima de controlar.

Runas: A través del conocimiento de las antiguas Palabras de Poder, un hechicero puede dar forma al flujo de energías de la realidad para provocar ciertos efectos a su alrededor. Para dibujar una Runa, el mago debe poseer el poder de otra, y de esta forma hay un 'límite funcional' a las Runas que un mago puede colocar, a no ser que obtenga el poder de otras fuentes en primer lugar. No obstante, dado que una runa funciona de manera autónoma y no posee una caducidad específica, es un tipo de magia ciertamente potente.

Pesadillas: Deambulando en el límite entre este mundo y el de los espíritus, dicen algunos, se halla el mundo de los Sueños. Un hechicero Oniromante es capaz de acceder a este resquicio oscuro de la realidad en presencia de alguien durmiente y acceder a dichos sueños, alterándolos, retorciéndolos y a menudo robándolos, a través de lo cual obtiene una energía fundamentalmente emocional y mental que puede emplear para manipular las percepciones y los pensamientos de otros seres vivos.

Innata. La magia innata está ahí cuando un individuo nace, y no puede ser aprendida de ninguna otra forma. A menudo condiciona la vida del usuario, ya que llegada cierta edad el poder se manifiesta de manera inequívoca. Esto puede provocar que sea

Convicción: Existen aquellos sujetos que poseen "el Don", y que no necesitan de fuentes externas de magia, ya que son fuentes. Estas personas generan su propio poder, que puede ser empleado de manera convencional, aunque existen hechizos específicos que no pueden ser realizados sin acceder a la fuente apropiada. Algunos individuos que descubren en sí mismos el Don están convencidos de que se trata de un regalo divino, y lo emplean para lo que se ha denominado "Magia sacerdotal". Al no molestarse en estudiar otros tipos de fuentes o no creer que su poder sea una forma de magia, es raro que un 'sacerdote' que disponga de estos poderes conozca formas de acceder a otros.

"Síndrome del Gólem": Muchos practicantes y estudiosos de la magia consideran este raro síndrome arcano como una enfermedad, pero reconocen que da acceso a un tipo de poder muy particular. El hechicero aquejado por esta condición no produce magia propia, pero absorbe por completo cualquiera que se dirige hacia él. Esto le hace inmune a los hechizos de otros magos, pero también le impide usar la magia para afectarse a sí mismo. Hay un límite funcional a la energía que estos magos pueden almacenar, y cuando es sobrepasado, normalmente ocurren cosas nefastas para el propio hechicero.

Envidia de pene: El hechicero Freudiano envidia con tanta fuerza el pene que es capaz de robar penergía de los varones de los que se rodea. Su magia es dura y erecta y se proyecta normalmente en forma de proyectiles sólidos y fálicos, siendo especialmente relevante el conocido conjuro "tormenta de pollas enfurecidas". Este tipo de magia es, por definición, la polla. (Ya, vale, es broma. Estaba bromeando con Sergio y una cosa llevó a la otra. Lo quito cuando termine de escribir todo.)

No existían religiones oficiales en el viejo Imperio.

En la Era que precedió a los más de mil años que estuvo en pie el Imperio, cada país - y había muchos - tenía su propio credo, sus propias normas y sus propias herejías, en ocasiones muy incompatibles con las de sus tierras vecinas. Una parte muy importante de los conflictos que sembraron de odio y guerra esta región y época tuvieron sus raíces en las diferencias religiosas entre sus habitantes; por ello, durante la Gran Unificación que dio lugar al Imperio (Ver: "Origen del Imperio"), los cultos fueron suprimidos.

En principio fueron prohibidos, pero dada la infelicidad que tal medida provocó en la gente, se emitió un Decreto Imperial por el cual las religiones quedaban relegadas al ámbito personal. En dicho documento, para salvaguardar la integridad ideológica del Imperio, se prohibía que el Gobierno Imperial tomase una religión como "oficial", y se creaba un cuerpo especial del Ejército para perseguir y destruir "el sectarismo proselitista", es decir, la captación agresiva de seguidores para un credo, o la destrucción de seguidores de otro distinto por motivos religiosos. Se llamó a este cuerpo "Inquisición", de la antigua palabra quarere, "los que buscan".

En unas cuantas generaciones, el fervor religioso se redujo en gran medida, y la religión se acabó adoptando como una creencia privada y respetuosa. No obstante, la Inquisición siguió existiendo de manera residual en el Ejército, convirtiéndose en un cuerpo especializado y reducido de investigadores que se dedicaban a localizar, identificar y exterminar todo tipo de sectas proselitistas. Muchos Inquisidores formaban (Y siguen formando) parte de la Idea Monomítica. Incluso después de la Caída de Samhain, los Inquisidores siguen activos en Sidhe e Imrath, aunque queda a discreción de cada gobierno local, ahora, en qué medida son punibles los cultos.

En términos de juego: Recuerda siempre que LOS DIOSES NO SE MANIFIESTAN en nuestra ambientación. Nadie sabe si su credo es real o no; algunos sacerdotes pueden acceder a magia divina (Que nadie puede saber si se la da su Dios o es magia convencional), y todo el mundo puede teoretizar sobre sus creencias, pero recordemos que no existen garantías concretas de que *ninguna* religión existe. Como en nuestro querido mundo, vaya.

El papel de la Idea Monomítica en la 'normalización' religiosa del Imperio fue crucial.

En una época oscura en la que los cultos pugnaban por continuar las guerras que mantuvieron dividido al Imperio una vez, y bajo la infinita presión de una Inquisición ocupada en tratar de destruir a las agrupaciones religiosas más proselitistas, sin que existieran reglas específicas que permitieran la regulación de sistemas de adoración, este pacífico culto surge como el resultado de una corriente filosófica de pensamiento. Su idea es muy sencilla: Todos los dioses, deidades y conceptos a los que todo el mundo adora, no son en realidad sino manifestaciones de La Gran Voluntad, un ser omnisciente y todopoderoso cuya identidad, origen y/o cualidades los mortales no podemos conocer mediante ningún medio. Por tanto, argumentaban, cualquier tipo de culto religioso es intrínsecamente absurdo, y despreciable.

Por desgracia, mientras que los seguidores de esta tradición que persisten hasta nuestros días son pensadores pacíficos y reservados, existe un culto que, basándose en las mismas ideas, trata de imponer un orden y de establecer una Ley Cardinal sobre cómo deben ser adorados los dioses en base a la Gran Voluntad. Nunca han sido oficializados de ninguna manera, pero tienen un buen número de seguidores en todas partes. Y muchos de ellos, a menudo, son objeto de persecución por parte de la Inquisición (aun y a pesar de que muchos Inquisidores, a su vez, son creyentes del Monomito): La "Iglesia del Monomito" defiende que la Gran Voluntad es el único Dios Verdadero, que la única verdad posible es la suya, y que todos los que creen en otros cultos deben ser exterminados. Algunos les ven como los heraldos de la Verdad; otros, como un grupo de lunáticos peligrosos y bastante organizados.

Existió un tiempo en el que la tierra que dio lugar al Imperio era tierra de elfos.

De hecho, las ruinas de la vieja capital del Imperio, Samhain, estaban a su vez edificadas sobre las ruinas de Fael Drathana, la principal ciudad de los reinos élficos. Los humanos colonizaron a la Vieja Estirpe sin piedad, y con el paso de los años las únicas opciones de los orgullosos y cuasi inmortales orejas largas acabaron siendo incorporarse a la nueva vida urbana como estigmatizados ciudadanos de segunda o echarse al monte con sus arcos y espadas y rechazar a los colonos. No fueron pocos los que eligieron la segunda opción.

No obstante, y siendo la diferencia numérica entre elfos y humanos notablemente grande, en algún momento la guerra se torció para los elfos libres. Derrotados y expulsados, huyeron y se dispersaron por las montañas, y solo unos cuantos de ellos llegaron a las puertas de la ciudadela enana de Zul Thaara. Fronteriza entre Sidhe y Shadraath, la ciudad estaba perdida entre las montañas; los enanos acogieron a los elfos de buena gana, y con el paso de los años recibieron todo tipo de inmigrantes de las llamadas "razas no humanas", además de fortalecerse mediante el uso de esclavos humanos comprados al Yugo. La localización y el terreno de Zul Thaara hace que sea sencillo ocultarla de los ojos curiosos.

Por supuesto, el problema de la xenofobia no es exclusivo de los elfos: Un sinfín de enanos comparten la visión y los objetivos de la Gran Dama Blanca - la desconocida 'reina' de Zul Thaara - y están dispuestos a pelear del lado de los elfos en contra de su ancestral enemigo, los humanos. No obstante, como quiera que los enanos son a menudo grandes ingenieros, comerciantes y mercenarios, no son tratados con el desprecio que reciben los elfos - de los que se percibe que intentan "imponer" su "superioridad cultural" allá donde van - y por tanto a veces les cuesta más encontrar la motivación suficiente como para unirse a la 'batalla por la libertad'.

La mera existencia de Zul Thaara es una afrenta para los humanistas más radicales. La caída de Samhain ha hecho que más de un noble se olvide de "la amenaza de los elfos", y que la existencia de Zul Thaara haya pasado más o menos desapercibida. No obstante, casi todos los 'no humanos' conocen de su existencia. A menudo el comerciante enano más honrado es un mensajero de la Gran Dama Blanca que emplea sus viajes y contactos para mantener informados a los rebeldes, el humilde elfo panadero es un inspirado líder antihumano que mantiene informados a los Thaarianos del estado de tal o cual ciudad, y el orco que hace años que trabaja las minas está preparado para enarbolar un hacha en favor de una causa secreta. Es por esto que las relaciones entre los humanos y otras razas están plagadas de desconfianzas y desencantos, y que la guerra civil entre las provincias del Antiguo Imperio tiene un trasfondo muy especial para todos aquellos que no son humanos.

Como corresponde a la Historia de un Imperio que, hasta hace un año, estaba en pie y lo había estado durante más de mil, existe una 'versión oficial' de la misma y un número de discrepancias entre los relatos y crónicas "oficiales" que sugieren omisiones y episodios alternativos en ella.

La Historia del Imperio cuenta que, en los últimos años de la Era que lo precedió, el territorio que hoy conforma los países de Sidhe, Runa e Imbolc estaba ocupado fundamentalmente por los 'Cien Reinos', que era el nombre coloquial que otras potencias le daban a la caterva de países y reinos que surgían y caían en la zona. Por supuesto, según los recuentos históricos, nunca llegó a haber cien reinos, pero en algún momento de la antigua Era se cree que pudieron llegar a convivir hasta cuarenta y tres países vecinos, cada uno con sus interminables guerras internas y externas.

Aparentemente, es al surgir la figura de Shaar-al-Juhalak, llamado La Sombra del Sur, que la política de los Cien Reinos evoluciona hasta convertirse en algo diferente. Shaar-al-Juhalak es un noble que adquiere el poder por métodos poco claros en las tierras del Sur, llamadas en algunos documentos históricos "Saharn". Existen una gran cantidad de contradicciones y vacíos en este punto, empezando por los mencionados nombres: Parece que, en algunos puntos, la historia del Gran Imperio de Saharn se ha confundido con la leyenda del mismo nombre que cuentan los nómadas del desierto de Shadraath.

Pero la historia, al parecer, es la siguiente: El Gran Imperio de Saharn, al sur del Gran Desierto, se unifica en una sola nación y pone sus ojos en los Cien Reinos, débiles y enfrentados entre sí, sin pensar que vayan a tener una oportunidad de resistir su furia militar. Cuando los Cien Reinos ven llegar la guerra a sus puertas, se unifican mas rápido de lo que puede uno imaginarse, y establecen un gobierno improvisado, pero fuerte, y un ejército combinado, poco regular, poco disciplinado y extremadamente variopinto. A pesar de una importante cantidad de fracasos, surge un heróico comandante, llamado Latveth Corazón-de-Piedra, que consigue destruir una parte importante del ejército de de Shaar-al-Juhalak en el Paso de Vandea.

A pesar de esta victoria, Shaar-al-Juhalak sigue su imparable camino hacia el norte, arrasando a su paso cada país que encuentra. Dicen que es un poderoso mago negro, que levanta a los muertos de sus enemigos para combatir a su paso, que provoca incendios con una mirada y derriba con un chasquido de sus dedos las murallas de las ciudades enemigas. Todo parece perdido hasta que el poderoso emperador del Sur es abatido, al parecer, por el simple cuchillo de una campesina a cuyos hijos acababa de quemar. Sin el liderazgo de Shaar-al-Juhalak, sus ejércitos huyen, y los restos de la alianza del Norte acaban con sus rescoldos sin demasiadas dificultades.

Pocos años después, esta alianza improvisada se rompe y montones de países comienzan a volver a formarse. No obstante, surge la figura de Leos Kadrahan, un humilde gobernador local que, según los recuentos históricos, comienza una cruenta guerra de unificación tras un terrible suceso personal en el que pierde a su familia. La ira de Kadrahan no puede ser contenida, y es tal su genio, su personalidad y su magnetismo que los generales a los que vence se postran de rodillas ante él y le juran lealtad. En apenas veinticinco años, Kadrahan unifica la mayor parte de las actuales Sidhe y Shadraath antes de morir a resultas de las heridas sufridas en una batalla en la frontera con la actual Imrath. Su hijo mayor, Savos Kadrahan, decide continuar la cruzada de unificación del padre, pero es rápidamente envenenado.

La historia podría haberse detenido aquí, de no ser por Katherin Kadrahan, la hija menor de Leos Kadrahan. Según ciertos documentos, la muchacha toma las riendas del reino de su padre a los trece años, y decide con gran habilidad continuar la guerra hasta conquistar prácticamente por completo la península de Imrath. Según cuenta una leyenda, cuando la muchacha llegó a las puertas de Lilea, el primero de los reinos que componían entonces el territorio que hoy es Otoño, el Alto Rey del Norte salió a su paso y la retó a un combate. Las historias no cuentan cómo pudo suceder esto, pero aparentemente la muchacha le derrotó. En menos de un mes, todo el Norte era suyo.

Katherin Kadrahan sería coronada año y medio más tarde como la Segunda Emperatriz, tomando el título de Katherin de Sidhe. El título de Primer Emperador, de forma honorífica, fue entregado a la figura de su padre. La dinastía de los de Sidhe como emperadores se prolongaría durante seiscientos de los más de mil años que duraría su Imperio, pero esta es una historia para otro momento.