Las Cenizas de Samhain
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La Pesadilla

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Mensaje por Azhi Dahaka Vie Mayo 02, 2014 10:19 pm

Nadie que se encontrase en las inmediaciones de la ciudad cuando sucedió el cataclismo sobrevivió para contarlo.

Quienes dicen haberlo presenciado son mercaderes que se dirigían a la Ciudad Imperial en ese momento, o que salían de ella y se encontraban a una distancia. La versión es casi unitaria: La ciudad "explotó". Nadie conoce la causa, ni puede relatar el hecho con exactitud. No se trató de un desastre natural. La naturaleza no es tan caprichosa. Un número importante de dirigentes del Imperio se encontraban reunidos en la ciudad en aquel momento. Las teorías van desde la conspiración hasta el castigo divino, pasando por un nutrido grupo de estados intermedios. En general, el acontecimiento se ha venido a llamar "La Caída".

La Caída descabezó a los gobiernos locales, y sumió la tierra de Sidhe en un océano de humo rojo y negro que se elevaba desde Samhain como una advertencia. Los magos, atrevidos por el fulgurante vacío de poder provocado por el cataclismo, se atrevieron a salir de su clandestinidad. Unos intentaron tomar el poder del Imperio; otros trataron de analizar y resolver el asunto, de forma que al menos el mundo volviese a verlos con buenos ojos. Ambos grupos fracasaron: La opinión de la gente era que los magos estaban detrás de todo. Cualquier iniciativa suya no iba a ser bienvenida.

Al disiparse el humo mágico, se transformó en una neblina oscura y cenicienta que a día de hoy aún cubre la mayor parte del viejo Imperio, más espesa cuanto más te acercas a Samhain. La gente ha venido llamándolo "Las Cenizas de Samhain". Más sorprendente es el hecho de que, al disiparse el humo, se descubrió que Samhain estaba mayormente intacta.

En su interior no quedaba nadie con vida, que se supiera; y las Cenizas, en el interior de la ciudad, eran una neblina con vetas rojizas, resistentes a todo intento por disiparlas o destruirlas. Según los magos, las Cenizas provocaban distorsiones en el tejido mágico allá donde se apegotonaban. Los exploradores que se adentraban en las ruinas demasiado intactas de la ciudad hablaban de muertos levantándose en la calle, de criaturas imposibles surgiendo de la oscuridad, de magia trasformando los edificios en lugares de pesadilla y las calles en cementerios donde nadie estaba muy seguro de qué era real y la correspondencia natural del espacio había dejado de existir.

Los primeros exploradores perdieron la vida a mano de muertos vivientes, apariciones mágicas, o simplemente desaparecieron sin que nada más se supiera de ellos. De los pocos que sobrevivieron, algunos acabaron convirtiéndose ellos mismos en monstruosidades. Se cree que la mitad de las perdiciones que se arrastran quejumbrosamente por la vieja Ciudad Imperial son sus antiguos habitantes, y sus nuevos visitantes.

Pero ni siquiera esta historia puede mantener a raya a las nubes de saqueadores que todos los días se adentran en los restos de la Ciudad Muerta, a pesar de que ni un tercio de los que entran a diario salen de ella. Ya sea porque se pierden en los confines oscuros de la ciudad, porque otros bandidos les cortan el cuello o porque se encuentran con las criaturas horribles, rara vez conservan la vida, la cordura o la integridad. Pero mas allá de la promesa de las riquezas abandonadas está la de los Diamantes Negros, que surgen allí donde las Cenizas se condensan, se mezclan con sangre o vayan los Dioses a saber qué. Nadie sabe su origen, pero son una fuente potentísima de magia negra, cotizada por cualquier practicante de las artes arcanas.

Un sinfin de magos y criaturas peores se han adentrado, han enviado a gente para que se adentre o han engatusado a quienes se adentran en la ciudad para obtener estos objetos sin precio. Nigromantes, hechiceros rebeldes con el deseo de conquistar las ruinas del Imperio, vampiros… todo aquel a quien no le importaba hacer uso de tal poder, y que podía pagar a un grupo de mercenarios para que se adentrasen en aquel lugar maldito para recuperar uno de esos cristales, de repente quería uno. La gente hablaba de la guerra civil entre los rescoldos del Imperio. Los magos comenzaron a hablar de la “guerra de los cristales negros”.

Y poco a poco, Samhain se convierte en una gran tumba repleta de actividad. Innumerables vidas se pierden a diario, y un visitante eventual no debe temer solo a las criaturas siniestras o los efectos de la niebla negra; también debe cuidarse de las bandas mercenarias que se cortan las gargantas en cada esquina, alimentando de cadáveres a una ciudad maldita que sabe muy bien qué hacer con ellos.
Azhi Dahaka
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